miércoles, 30 de julio de 2008

Socialdemocracia

La socialdemocracia es una ideología política que surgió a finales del siglo XIX y principios del XX de su contraposición al marxismo, asumió que la transición a una sociedad pluralista, contrapuesta a la visión individualista del liberalismo, podía lograrse mejor mediante una evolución dentro de la democracia representativa que mitigara los efectos del capitalismo, antes que por algún otro método, como el de la toma violenta del poder, particularmente de “la revolución” que estima entraña violencia, preconizada por los grupos de corte radical marxista. Los socialdemócratas pretenden reformar el capitalismo democráticamente mediante la intervención, participación y regulación del Estado y la creación, motivación e impulso de programas y organizaciones patrocinados por el Estado para mitigar y eliminar las injusticias generadas en el voraz mercado de corte capitalista.
Con anterioridad, se describía a los socialdemócratas como socialistas reformistas (dado que abogaban por el desarrollo del socialismo a través de reformas parlamentarias graduales) en contraste con los socialistas revolucionarios, que pretendían alcanzar el socialismo mediante una revolución obrera o caso contrario por medio de una evolución extraparlamentaria no estatal. La socialdemocracia también aborda los temas de valores desde un prisma
progresista. Es el sector de la izquierda partidista más importante del mundo contemporáneo. Irónicamente es el ideal de refugio de los capitalistas y socialistas “prudentes”, que rechazan las respuestas radicales o fundamentalismos ideológicos.
A menudo se utilizan los términos "socialismo" o "socialista" en referencia a la socialdemocracia y los socialdemócratas, aunque el concepto "socialismo" es más amplio, ya que en diferentes países pueden incluir a socialistas democráticos, marxistas, comunistas y anarquistas e incluso idealistas más alejados de la mera visión política, idealistas que perciben al mundo en una perspectiva mediante la cual la sociedad adquiere el estado de bienestar, beneficiándose directamente de la acción de los hombres hacia el grupo y no la perspectiva mediante la cual la sociedad llegará al bienestar mediante la adquisición del bienestar individual y la suma de éstos para llegar al estado de bienestar de toda la sociedad. Mientras algunos consideran a la socialdemocracia una forma moderada del socialismo, otros, definiendo el socialismo en el significado tradicional o marxista, rechazan esta designación. Es común el error de confundirlo con los marxistas que en estricto rigor no son tan socialistas al privilegiar igual que el liberalismo la realización de bienestar corporativista, que en el caso de los marxistas desemboca en las fallidas experiencias del comunismo. Esta estigmatización es usada comúnmente también por sus detractores para desprestigiarlos confundiéndolos deliberada, pero falsamente, en la bolsa de la izquierda marxista.
Eduard Bernstein (1850-1932): Político socialdemócrata alemán y fundador de la teoría evolucionaria del socialismo mediante reformas parlamentarias. Para épocas más actuales el aporte visionario de Norberto Bobbio, complementa una visión más humanista de la socialdemocracia, dándole una visión esperanzadora de los ya cansados y desencantados seres humanos, testigos del fracaso de un voraz e inhumano liberalismo, así como de un aburrido discurso populista típico de barricadas y sindicatos marxistas.
En el auge sobre todo de tipo ideológico, la necesidad de articular políticamente al denominado entonces movimiento proletario, hizo que en las conclusiones de la Conferencia de Londres que dio origen a la creación de la
Asociación Internacional de Trabajadores (AIT, 1864) se aconsejara la creación de partidos políticos revolucionarios. Estos partidos serían los defensores de las ideas sostenidas por la Internacional, inspiradas prioritariamente en el pensamiento marxista, y se articularían como "vanguardia organizada de las fuerzas proletarias". El primer partido socialdemócrata fue el alemán (SPD, 1869), señalado como ejemplo a seguir por los propios líderes de la Internacional. Tomado como modelo se crearon los partidos socialdemócratas de España (1879), Bélgica (1885), Austria (1889), Hungría (1890), Polonia (1892), Bulgaria y Rumania (1893), Holanda (1894) y Rusia (1898). Un desarrollo político muy importante tuvieron los partidos socialdemócratas escandinavos (Dinamarca, 1879; Noruega, 1887; Suecia, 1889). Los partidos socialistas de la Europa Occidental siguieron una línea más laborista y de hecho nunca adoptaron tal denominación.
En la época de su fundación, todos estos partidos nacionales tuvieron planteamientos ideológicos muy semejantes, inspirados en el triunfante
marxismo, una vez expulsados los anarquistas de la II Internacional (1896). Inicialmente los partidos socialdemócratas incluyeron socialistas revolucionarios como Rosa Luxemburgo y Lenin, moderados o centristas que defendía la ortodoxia o camino intermedio como Karl Kautsky y Jean Jaurès y partidarios de una aproximación gradual y evolucionaria como Eduard Bernstein.
Sin embargo, pronto se abrió una profunda brecha ideológica del arte de Bernstein quien expuso una serie de críticas a la línea marxista en su obra “
Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” (1899), donde se condenaban la práctica revolucionaria y la aspiración a una dictadura del proletariado, y analizaba la posibilidad de transformación del capitalismo al socialismo mediante un proceso de reformas políticas y económicas; la consecución de estas reformas debían figurar en adelante como objetivo prioritario del movimiento obrero, en un momento en el cual eran éstos quienes marcaban la dirección de la reivindicación social, por lo que no debían excluirse la utilización de la confrontación electoral y la presencia parlamentaria de los partidos socialdemócratas. Aunque las tesis de Bernstein fueron condenadas por casi todos los partidos, su posicionamiento, denunciado por los continuistas como “revisionismo”, tuvo una amplia influencia en el socialismo internacional.
La Socialdemocracia como "socialismo reformista".-
El triunfo de la revolución bolchevique hizo que el socialismo internacional se dividiera definitivamente en dos grandes grupos; las facciones más radicales de los partidos socialistas y socialdemócratas. Los primeros se escindieron y acabaron conformando partidos comunistas, integrados en la III Internacional,
Internacional Comunista o “Comintern”, que seguía las directrices del gobierno bolchevique en Moscú. La mayor parte de los partidos socialistas, opuestos a la línea revolucionaria y sobre todo a la concepción soviética, acabaron conformando una suerte de continuidad de la II Internacional, que había acabado muriendo con la Primera Guerra Mundial, y que tomó el nombre de Internacional Obrera y Socialista (Hamburgo, 1923). Estas internacionales dividieron al movimiento obrero organizado en dos internacionales: una pro-revolución para llegar al socialismo y otra pro-reformas dentro de la democracia burguesa. Éstas son el Socialismo Marxista y la Socialdemocracia, respectivamente.
Fue allí en donde y cuando comenzó a denominarse “socialdemócratas” a los partidos o corrientes que seguían las tesis de Bernstein, que se fueron agrupando en la
Unión de Partidos Socialistas para la Acción Internacional, irónicamente denominada "Internacional Dos y medio" o "Segunda Internacional y media". Algunos de estos partidos alcanzaron labores de gobierno, en solitario o en coalición, en el tumultuoso escenario de la Europa de entreguerras. Algunos partidos que formaban parte de esta Internacional defendían la reforma como forma de llegada a un socialismo sin propiedad privada (teoría que nunca se vio confirmada históricamente, ya que en ningún caso se llegó a eliminar la propiedad privada bajo un gobierno socialdemócrata en el mundo, y no se oponían a la existencia de la URSS; pero la mayoría sólo quería reformar el capitalismo sin acabar con él ni con la propiedad privada. Entre los impulsores de esta Internacional se encontraba el Partido Socialista de Austria, al que pertenecían diversas personas, como Otto Bauer, que fueron englobadas dentro del austromarxismo. Finalmente, estos partidos concurren a la creación de la Internacional Obrera y Socialista en 1923.
Tras la Segunda Guerra Mundial la socialdemocracia fue uno de los principales grupos que posibilitaron la transformación de ciertos elementos del capitalismo y del Estado para dar lugar al “Estado del Bienestar”; labores de gobierno o en la oposición, la socialdemocracia trabajó para conseguir la aceptación del Estado para intervenir en la política económica y la regulación del mercado, al mismo tiempo que a través de la política fiscal se sostenían importantes programas sociales. A partir de la reconstrucción de la Internacional Socialista de Fráncfort en 1951, y la apuesta por la democracia pluralista y la libertad dentro de un sistema de libre mercado, el socialismo y la socialdemocracia se fueron reencontrando algunas veces ideológicamente. De modo especial se llevó a cabo esta identificación cuando los partidos alcanzaron labores de gobierno y tuvieron que adaptar sus presupuestos ideológicos de percepción pluralista de la sociedad, antes que individualista o corporativista, a las exigencias de las labores gubernamentales.
Con el paso de casi todos los partidos socialdemócratas y socialistas europeos por el poder y sobre todo con la caída del sistema soviético y la desaparición de los regímenes de "socialismo real" o comunistas, el socialismo democrático ha sufrido una profunda transformación que lo ha acabado identificando con la socialdemocracia. En consecuencia y en rigor el socialismo democrático viene a ser un antecedente de la socialdemocracia ya más depurada y con una personalidad más equidistante de las radicales posiciones del liberalismo y del denominado socialismo, el que quedó identificado más realmente con el marxismo.
A principios y mediados del siglo XX, los socialdemócratas en Europa defendían la legislación laboral y la nacionalización de las principales industrias. La socialdemocracia ha sido la forma natural de canalización de las opciones obreras que en el mundo del trabajo estaban representadas por los
sindicatos a partir de mediados del siglo XX en adelante en toda la Europa occidental. Aquí se reencontraron muy cerca y muchas veces juntos, a la importante identificación católica de la doctrina social de la Iglesia.
Tras la caída del muro de Berlín la mayor parte de los socialdemócratas se encontraron muy distantes del marxismo y de la lucha de clases, nicho casi inexistente desde 1989, aunque, en algunos casos, se sigan aplicando los conceptos del "
socialismo real", como es el caso de Cuba.
En los últimos tiempos, los socialdemócratas mantienen que no existe un conflicto entre la economía capitalista de mercado y su definición de una sociedad de bienestar mientras el Estado posea atribuciones suficientes para garantizar a los ciudadanos una debida protección social. En general, se diferencian del
liberalismo en la regulación de la actividad productiva, y en la progresividad y cuantía de los impuestos. Esto se traduce en un aumento del Estado y los medios de comunicación públicos, así como de las pensiones, ayudas y subvenciones a asociaciones culturales y sociales. Algunos gobiernos europeos han aplicado en los últimos años una variante un poco más próxima al liberalismo llamada socioliberalismo, con un menor intervencionismo y presencia de empresas públicas, pero con el mantenimiento de las ayudas y subvenciones típicas de la socialdemocracia. Por lo demás, su ideología en temas sociales es equiparable a la del resto de la izquierda en su visión pluralista de la sociedad antes que la suma de individuos ricos que llegarán a conformar la sociedad rica, utopía del liberalismo.
Los partidos socialdemócratas se encuentran entre los más importantes en la mayor parte de los países europeos, así como en la mayor parte de países influidos por el viejo continente, con la notable excepción de Estados Unidos, donde Bernie Sanders es el único senador independiente que se declara abiertamente como socialista democrático.
En latinoamérica los partidos socialdemócratas han sido protagonistas de la mayoría de los procesos de redemocratización que tuvieron lugar al terminar las dictaduras militares, un claro ejemplo es Chile, donde el bloque
PS-PPD-PRSD gobierna junto a democristianos desde 1990, o el APRA de Perú. La mayor parte de los partidos socialdemócratas son miembros de la Internacional Socialista, que es sucesora de la Segunda Internacional y la Internacional Obrera y Socialista. A menudo se utilizan los términos "socialismo" o "socialista" en referencia a la socialdemocracia y los socialdemócratas, aunque el concepto "socialismo" es más amplio, ya que en diferentes países pueden incluir a socialistas democráticos, marxistas, comunistas y anarquistas.
Los comunistas y socialistas de la izquierda más dura afirman que la socialdemocracia abandonó la tesis de transformación gradual de la sociedad capitalista a una sociedad igualitaria, pues en la mayoría de los países donde los socialdemócratas han gobernado, mientras aplican sus planes de bienestar social (cada vez más reducidos), el capitalismo sigue desarrollándose salvajemente, generando monopolios, concentración de riqueza y desigualdad.
La derecha política afirma que los socialdemócratas fomentan burocracias estatales mantenidas con una excesiva carga impositiva a los ciudadanos, son críticos del Estado de Bienestar, característico de la socialdemocracia, argumentando que éste supone un riesgo moral, ya que los individuos se ven desligados de las consecuencias económicas de sus actos, y además son forzados a subvencionar el consumo de otros.
Para muchos políticos conservadores, la socialdemocracia es refugio de comunistas y extremistas de izquierda que utilizan una plataforma política que se muestra "renovada" pero que gradualmente sigue expandiendo ideas de fuerte inspiración marxista que ellos consideran negativas para la sociedad, lo cual es un error, más explicable únicamente en la virulencia de sus detractores.
Desde el mundo religioso las críticas apuntan a las políticas progresistas de los socialdemócratas, como por ejemplo, la aceptación e integración de la homosexualidad como algo normal en la sociedad, incluyendo su unión legal, y la enseñanza de los diferentes métodos de anticoncepción a la juventud desde una edad temprana. Se critica la presencia en su seno de decididos ecologistas y conservacionistas, debiendo abonar en su favor que es más bien una respuesta muy adecuada a tanto violento que de manera miope reclama la vigencia de una sociedad irreal que solo conduce a la desigualdad, origen de toda nueva violencia, de la que con toda seguridad ninguno de sus preconizadores se hará responsable.
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Dr. José Rafael Núñez
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