jueves, 31 de julio de 2008

Sodoma en El Cerro

(Artículo escrito por Carol Murillo, El Telégrafo)
Al parecer esta es o será la sociedad más pecadora del mundo. Ni Sodoma estaría a la par de lo que aquí se hará o se ha hecho entre hombres y mujeres, entre hombres y hombres, entre mujeres y mujeres, entre tríos y cuartetos, entre hombres y lesbianas, entre homosexuales y mujeres.El pecado reinará porque el hombre y la mujer –y supongo que también la serpiente y la manzana y el árbol- se habrán alejado de la voluntad de Dios, habrán roto el lazo del Génesis primero. Las leyes del Antiguo Testamento, dadas por Dios al pueblo de Israel, sagradas y sesgadas en el Nuevo Testamento, una vez nacido Jesús y muerto Jesucristo, han sido dispuestas en concordancia a la división entre el Dios de los judíos, malo y vengativo, y el Cristo redentor, bueno y compasivo.El pecado ha cambiado de administrador. Una vez avanzada y marcada la historia de la religión (¿cristiana ya?), y sentada en Roma una jerarquía que se afianzó separándose del Dios de los judíos, no Jesucristo (a quienes los romanos en son de burla le decían “viva el Dios de los judíos”, y los judíos lo despreciaban por blasfemar contra el Dios de Abraham… y de Lot.
“En las faldas del Cerro de Montecristi el Episcopado ha situado la nueva Sodoma...”
Y nombro a Lot porque él representa la reversión o el intento clarísimo de regenerar a Sodoma, una ciudad pecadora (antes de Cristo, por cierto). Un Lot que no dudó entregar a sus hijas vírgenes a la turba sodomita -que lo despreciaba- para salvar a los ángeles que lo rescatarían del pecado gracias a Jehová. Lot y su desobediente mujer, aquélla que regresó a ver a la tenebrosa Sodoma, y que en un santiamén se hizo una estatua de sal, significa hoy el mundo creado en Montecristi. Esperen.El mundo siguió y lo que un día dominaba Jehová, en el disturbio de la nueva fe, se transforma, en una proporción distinta y distante de Israel, en la creación de la Iglesia Católica Apostólica y Romana: la iglesia universal de Cristo muerto y resucitado. La sacramentada por Cristo. La iglesia de los apóstoles. La iglesia de Pedro, dicen. La iglesia de los Evangelios. La iglesia del primer Papa. La iglesia que prescinde del Estado y se maneja autónomamente. (Pero que usará luego reinos, noblezas, burgos, Inquisición, Estados, democracias, dictaduras… para sostener la fe). Perdonen la digresión.Y viene con ella el Nuevo Testamento. La nueva concepción del pecado, el celibato, el perdón, la confesión y las hostias. Con la Iglesia Católica se abre un modo de institucionalizar la fe más allá de todo. Son los años después de Cristo. Son los años que comienzan a contarse en el mundo occidental. Los años después de Cristo y la naciente Iglesia Católica. La cimentación de un modo de asumir la vida. La pobreza y la riqueza. Los católicos tuvieron que caminar harto. Pero en ese camino cometieron atrocidades. Los dos mil años de Cristo y un poco menos de la Iglesia Católica están plagados de sombras. Y hoy, con ese pasado, con esas tupidas sombras, y alejados del Evangelio de la redención de la pobreza material y de espíritu, intentan negar al ser humano. En las faldas del Cerro de Montecristi, en Ciudad Alfaro, la Conferencia Episcopal ha situado la nueva Sodoma. No hay que mirar allá nos dicen. No vuelvan la mirada a ese lugar del placer constitucional… No se atrevan a mirar. Y si lo hacen, ¡inviten!

No hay comentarios: