martes, 5 de agosto de 2008

Generación Agotada

Nacimos en la última parte del siglo 20. Vivimos en una transición provocada por muchas revoluciones: la mediática, la cibernética, la sexual, la política, la social. Las crisis han sido y son parte de nuestras realidades cotidianas.
Los anticonceptivos y la revolución sexual permiten tener relaciones sexuales sin casarse. Se posponen la edad de la boda y la llegada de los hijos (que cada vez son menos). Los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales y metrosexuales salen a la luz, exigen respeto, y por fin, se integran al panorama social. Hablan de todo, sin tapujos. Los privilegiados estudiaron y soñaron con una carrera que ayudara a cambiar el mundo.
Los no privilegiados vieron crecer el abismo entre su mundo y el otro, cuando el campo se terminó y los salarios se degradaron. Cuando el dios mercado sentó las normas y la razón de vivir. Los obreros que antes comían tres platos del portaviandas, hoy se conforman con un vaso de gaseosa y una bolsa de refritos. Nutrirse es misión imposible; matar el hambre, es la consigna para sobrevivir. Presenciaron la caída del muro que algunos interpretaron como un nuevo amanecer de paz y armonía. Los suspicaces intuyeron que al faltar el totalitarismo resurgirían las rencillas, los resentimientos y las luchas reprimidas, pero no resueltas. Y resurgieron.
La frivolidad es su norma de vida: si no es espectáculo que divierta no vale la pena. Los artistas, los de verdad y los de paja (creados por los medios), valen por el dinero que generan, no por su talento. Incluso los no artistas serán famosos durante 15 minutos, anunció Warhol.
El narcomundo, infierno o paraíso, es omnipresente. Los unos consienten su consumo y los otros lo impulsan porque se paga excelente.
La juventud, la delgadez, el dinero y el consumismo son los nuevos dioses del Olimpo. Las arrugas, las canas, el cansancio, un cuerpo normal, no usar accesorios o ropa de marca son pecados imperdonables que los condenan al ostracismo social.
Importa discutir y defender los valores, no ponerlos en práctica. La doble moral (aceptada tácitamente, como política de Estado del imperio) construye un sólido edificio sobre tales cimientos.
El catolicismo pasa de ser refugio espiritual a distinción clasista, de alcurnia, una de las honrosas duras razones de justificarse “pelucón”. Dime con qué grupo estás y te diré por qué escalera llegarás al cielo. Los sacerdotes se vuelven mortales y la parafernalia eclesiástica, junto con la jerarquía, se ven obsoletas y rancias. Callan los pecados más abyectos, pero catequizan a diario contra un vulgar marica, o la mujer que debe vender sus caricias para dar de comer a sus dos hijos abandonados del padre.
El capital cambia de inversión a especulación. El mundo dice que se globaliza(sólo una parte se puede dar ese lujo) y se agrava la polarización entre el primer y el tercer mundos. Ya no sirve ser amigo, sirve ser socio, si nó, “no estás en nada”.
Sudamérica sigue empantanada. A pesar de la alternancia iniciada por presidentes con muchísimos altibajos como discursos. Los insaciables partidos se enriquecen y se adueñan de los países. La impunidad sigue imperando en nuestras vidas. Para qué denunciar, si no sucede nada. Después de todo habrá que pagar al juez lo que él pida. Todos lo sabemos, no me miren raro.
El empleo deja de ser de planta y con prestaciones. Sus contratos son temporales aunque duren 10 años, pero no acumulan antigüedad ni prestaciones. Trabajan jornadas dobles sin pagos extras bajo la espada de Damocles:
- 'Hay cientos esperando tu puesto', te espetan a la cara. La ley los protege, pero se hace de la vista gorda cuando las empresas se salen con la suya. La mayoría quiere primero tener y luego ver si puede ser. Al casarse desean empezar con todo. Un solo sueldo no alcanza. La pareja debe trabajar. Hay que integrar las tareas domésticas y la intensa vida social. Si llegan los hijos, a buscar guarderías. Corren todo el día. Uno para un lado, la otra, para el otro. Se reencuentran en la noche, siempre cansados.
El estrés, la presión alta, los infartos y la depresión son familiares cercanos. Consumen 'Prozac' como antes consumíamos 'Salvavidas'.
Carro del año, vacaciones al sitio de moda, colegios caros (no necesariamente buenos),la acción en un club difícil de pagar, la casa en la colonia debida y el conservadurismo a flor de piel. Qué flojera Dayuma y Black Gold: ¡Son todos pobres e indígenas!
Hable usted con ellos y compruébelo: están exhaustos. Si pudieran, dormirían una semana completa. Les falta sueño y les sobra cansancio de tanto correr tratando de morder su propia cola. Es la generación joven agotada. Antes de morirse, deberían detener su carrusel y bajarse a respirar, a ver las montañas, a dar gracias por estar vivos y a comerse un helado sin hacer nada. ¡La vida también es eso!
- La vida parece cada vez más complicada: Una carrera sin fín y sin destino. Parece que estamos obligados a ser una generación inculta. No sabemos hablar más que de marcas, gadgets, coches y posiciones económicas. Somos un tapón de champán, resultado de no saber sopesar las cosas importantes de la vida. Creo que es obligación nuestra revertir un poco esta situación. Muchos nos queremos bajar de este carrusel, pero no vemos por dónde hacerlo sin salir muy lastimados. En fechas recientes he visto casos de amistades que cambian su lugar de residencia en búsqueda de un mejor trabajo, o de uno que les permita estar más cerca de la familia...'.
Pertenecemos a la generación agotada. Desde que nacimos estamos viendo crisis. Reflexionemos sobre cosas como las frivolidades y el consumismo que nos arrastran.Con las prisas, la rutina y la influencia de tantas cosas, olvidamos lo más importante,lo que de verdad vale: Estar sano, vivo, tener familia, amigos y poder disfrutarlos, compartir el tiempo con ellos. ¡Deberíamos empezar a hacer un movimiento de 'Slow Down' aquí, realmente hace falta!
¡Tenemos que darnos tiempo para disfrutar más de la vida!
El problema es que en nuestras ciudades hay pocos espacios para eso. Estamos rodeados de cemento gris, no es una ciudad para salir a caminar, no hay respeto al peatón,hay delincuencia, secuestro exprés, todo está lleno de smog, cada vez más tráfico, la gente maneja muy mal, hay mucho ruido'.
Cuando se estudiaba medicina en los años 80 todos querían salvar vidas, ser cardiólogos, cirujanos, oncólogos. El idealismo juvenil. Hoy, la tercera parte quieren ser cirujanos plásticos para agrandar los senos a mujeres que en realidad requieren que les agranden el cerebro y la autoestima'.
Somos la generación arrogante que se cree superior a Dios. Nosotros despreciamos los domingos. Es otro día más de la semana: todo está abierto, se trabaja, se compra, se vende, se estudia... Olvidamos que hasta Él descansó.
Duele vernos reflejados como si fuese una crónica de cualquiera de nuestros díasLa vida se escurre a prisa y no es fácil ganarse la vida trabajando honestamente. Para eso se necesitan muchas horas de trabajo y menos de estar con la familia. Hay que recuperar poco a poco esas pequeñas manifestaciones de vida. Es curioso cómo muchos de nosotros competimos por ser mejores que los demás, sin siquiera analizar si realmente es lo que deseamos.

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